viernes, 25 de enero de 2013

Un misterio detrás del rrrrrh... De los gatos

Un terrorífico pensamiento, en el cual no intento crear el temor a estos mismos.


Un misterio detrás del rrrrrh... De los gatos

Con un suspiro profundo y la respiración agitada, desperté, sentándome de inmediato en la cama... ¿De qué diablos se trataba? ni idea. Afuera, el techo era golpeado por la lluvia y sacudido por el furioso viento, el invierno había llegado. Junto a mí, dormía plácidamente mi peludo bebe; su nombre era Runrúnyuyuy. Se trataba de un gato de colores comunes; la parte superior de su cabeza al igual que su lomo, cola y la parte externa de sus patas, eran gris claro, con tonalidades negras que caían desde su lomo en forma de franjas; el resto de su cuerpo era completamente blanco. Este gato estaba increíblemente obeso y el collar negro con pintas rojas, ya le quedaba ajustado en el cuello.
Rrrrrh... Su ronroneo era cautivante, algo naturalmente sedante. Junto al gordo de mi gato, estaban otros dos mininos; la Tigresita, una pequeña gata romana, y el Panda, similar a Runrúnyuyuy, pero que en la parte superior era negro, presentando al igual que en Runrúnyuyuy la parte inferior blanca por completo. Ninguno de estos dos despertó y seguían durmiendo relajados.
Me volví a recostar, acariciando a mis pequeños.
De pronto, hasta mis tímpanos llegó un nuevo ronroneo... Un rrrrrh... Mucho más grave, un ronroneo que nunca había escuchado en mis pequeños, ni en ningún gato. Me senté nuevamente, y mientras acariciaba la rechoncha barbilla de Runrúnyuyuy, intenté averiguar de qué se trataba, pero era imposible, ya que la noche estaba tan obscura que se me hacía completamente imposible visualizar al responsable de semejante sonido. Corrí la cortina que cubría el vidrio y me encontré con algo espeluznante... Del otro lado de la ventana, mis pardas pupilas se encontraron con los rojizos ojos de una criatura, que por causa de las tinieblas traídas con el temporal, no alcancé a distinguir su forma...
-Dios mío... Sentí que mi corazón se quería salir por mi boca... ¡Qué era eso!... Por mejor había querido visualizar la fuente de semejantes ronroneos, pero ahora mi piel se había contraído, y sudaba frio...
Al momento de soltar la cortina, nuevamente dirigí nuevamente mi mano a la barbilla de mi gato, recibiendo las vibraciones producidas por sus elegantes ronroneos.
-Una bestia. Pensé, cogiendo en mis pensamientos a mis otros tres gatos, que por causa de la invasión de ratones no podía tener cobijados dentro de mi hogar.
Toda mi existencia estaba con mis felinos y sin pensarla dos veces, me levanté. Arropado con lo más posible, calcé unas botas de agua y cogí la linterna; al momento de salir de la habitación y escuchar la puerta cerrar a mi espalda, recordé que esa cosa no era de este mundo, por lo mismo, busqué un cuchillo cocinero en el cajón de los cubiertos y salí por la puerta trasera...
-Qué frio... Mis dientes castañeaban frente a semejante briza de temporal.
La lluvia golpeaba de lado, producto al viento; por esto, al despegarme de la puerta, mis prendas se vinieron contra mí, apegándose el ropaje húmedo a mi piel tibia y temblorosa.
Como el suelo estaba resbaladizo, producto a la gran cantidad de agua caída, me vi en la obligación de caminar con cuidado. Avancé con la linterna en frente, pasando por abajo del maitén, que ya tenía sus hojas empapadas, ejerciendo peso en las ramas. Las hojas golpearon mi frente, sacudiendo con bastante suavidad el manojo de ramillas, permitiendo el descenso de las gotas sobre mi cabeza.
-Maldita sea. Quitándome de abajo del árbol.
Era como si todo estuviese planeado de antemano, pues al momento de recibir las gotas y al quitarme, algo se movió detrás, pasando por entre las ramas de la feijoa...
Veloz, como un relámpago, empuñé el cuchillo, que traía entre las ropas y me quedé preparado para cualquier cosa. Conduje lentamente la luz hasta las hojas de la extraña planta y lo único que logré apreciar, fue un cuerpo negro que de un salto pasó por arriba, cayendo sobre la malla suspendida entre dos maitenes y el techo del cuarto... La malla negra ni siquiera cambió por un minuto aquel rítmico movimiento serpenteante, producido por el viento; en realidad era como si esa cosa pesara como una pluma, aunque la masa corporal que logré distinguir, por lo menos debería haber ejercido un poco de peso, aunque fuese mínimo.
-¿Cómo puede ser?... Ha... ¿Qué es eso?
Rrrrrh... Hay estaba una vez más, aquel ronco ronquido. Ahora sí, estaba más que seguro, era el ronroneo de un gato, pero increíblemente ronco.
A esta altura, quería devolverme, pero antes tenía que terminar la misión que me tenía propuesta. Enfoqué la puerta del cuarto y comencé a quitar la cadena; ya cuando el interior estuvo a la disposición de mis preocupadas pupilas, visualicé a los tres mininos echados sobre unas ropas viejas, durmiendo acurrucados.
-Creo que me preocupé por las puras. Sonreí aliviado.
De pronto... Un grito agudo, casi chillido, similar al emitido por búhos y lechuzas, se escuchó a mi espalda... Estremeciendo hasta el último pelo de mi entumido cuerpo. Al momento de girarme, mis ojos al fin se encontraban con el culpable de mi miedo... Un gato negro, de ojos como sangre ardiendo, pelaje abundante y dientes resplandecientes...
-Tú...
El foco de la linterna reventó y cuando la hoja del cuchillo me diría si era real o no, el felino en vez de emitir un maullido, dejó escapar otro de aquellos gritos agudos, tapando mis oídos y repeliendo mi agresión...
-¡Haaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!...
...
-¡Ayuda!... Me agitaba completamente espantado. -¡Haaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!...
-Miau...
Sentí tres cuerpos peludos que me acariciaban, y un miau tras otro; con esto quise abrir mis ojos... ¡Se trataba de mis bebes!... Los besé y acaricié como nunca. Por la ventana entraba la luz del día, dejándome claro que lo de anoche solo fue una tonta pesadilla, aunque... Junto a mi cama estaban tirados el cuchillo con la linterna...

Fin

Serpiente espiral


Serpiente espiral
                       
Este texto está inspirado en el contenido inferior de la carta “Serpiente espiral”, del juego de cartas “Yu Gi Ho”.

Cuando enormes remolinos hunden ciudades, es a consecuencia del hambre de esta serpiente marina. Nadie ha escapado nunca de su temida hola espiral para descubrir con precisión el terror que experimentaron.
(Contenido inferior de la carta “Serpiente espiral”)

La puesta de sol se comenzaba a mostrar, presentando el cielo y las aguas, con un marcado color rojo, que varios del puerto deseaban ver con muchas ansias día tras día.
De frente al mar, se lograban ver varias almas, observando desde las barandas protectoras, encantados por la belleza que mostraba el infinito mar, en compañía del cielo y el disco de fuego.
La brisa marina, arrastrada hasta la orilla por las olas, acariciaba los rostros de los presentes, que lo único que pedían era el congelamiento de tan magnífica imagen natural.
Abajo, se podían apreciar a los pescadores, regresando y arrastrando sus naves independientes, para atarlas a la orilla. En la arena quedaba el avanzar pesado de los botes, que en sus interiores traían la preciada mercancía de tan sacrificados hombres, que dependen su vida de lo proporcionado por la generosa mar.
Justo en frente de la escala que conducía hacia la orilla de la playa, se estacionó una camioneta Chevrolet doble cabina, de vidrios polarizados y neumáticos recién cambiados. De su interior bajaron dos hombres, vestían trajes de oficina. El que conducía, era moreno y de cabello corto; mientras que el copiloto, presentaba su cabello largo y rubio, en combinación de sus ojos azules y piel blanca. Cualquiera diría que solo eran un par de millonarios aburridos, en búsqueda de algo nuevo.
La parte de atrás de la camioneta, venía cubierta por un toldo y atada por cadenas. El rubio sacó un manojo de llaves de su bolsillo y quitó los candados, que fijaban las cadenas a los bordes de la camioneta; luego, el moreno jaló las cadenas y las arrojó al piso. Cuando ya tuvieron la seguridad quitada, juntos retiraron el toldo, dejando al descubierto el equipo que traían allí oculto.
-Saca la carnada Bladi. Dijo el moreno.
-OK… Respondió Bladi, subiéndose en la parte de atrás.
Allí traían un saco de carne putrefacta, que Bladi cogió con sus dos manos y lo echó abajo, por el costado izquierdo. Además de esta porquería, se veían, arpones, con sus respectivos lanzadores automáticos; una escopeta de cañón corto, una maleta negra y varias cajas, que en sus etiquetas se veían el signo de TNT (Dinamita). ¿Para qué querían tanto armamento? No se sabía, pero lo estaban cargando.
Bladi bajó del vehículo y cogió nuevamente el saco con carne putrefacta.
-Joseff, trae las armas. Mirando solo de reojo a su compañero, que se acomodaba el armamento. –Tendremos que preparar todo rápido, ya es muy tarde.
-Bien.
Siendo observados por la multitud presente, los dos tipos bajaron la escala de piedra. Una vez abajo, Bladi dejó caer su carga y comenzó a observar su alrededor, buscando algo.
-Hmmm… Llevando su mano derecha a su mentón. –No veo nada que nos sirva para preparar la carnada.
-Bladi.
-¿Sí? Volviendo su rostro. – ¿En qué piensas?
-Podríamos cavar un agujero y desde arriba tenderle la emboscada. Señalándole el punto de donde observaba la gente.
-Buena idea, trae las palas y cavemos algo rápido.
-Bien.
Joseff subió corriendo las escaleras, sacó dos palas que traían en la parte de atrás de la cabina, y volvió a bajar.
-Ya, aquí están.
-Bueno… Observando nuevamente, para ver el mejor punto en donde cavar el agujero. Podríamos cavar lo más cerca de las aguas, un agujero grande, y para asegurarnos de que la tendremos en nuestras manos, cavaremos uno más pequeño cerca de los muros de piedra.
Desde arriba, las personas se preguntaban: ¿Quiénes son ellos?, ¿Qué hacen?, ¿Qué les ocurre?, ¿Están locos?, etc, etc…
Cuando Miguel acabó de atar su vote a la orilla, con fuertes cadenas; se aproximó a donde estaban los dos hombres, cavando el agujero pequeño, cerca del muro de piedra.
-¿Qué se supone que están haciendo? Preguntó Miguel, mirando a los hombres trabajar, mientras que sus cabellos se alborotaban en su frente, producto a la brisa marina.
-Nos ganamos la vida. Respondió Bladi, tirando la pala hacia un lado. –Ya acabamos Joseff, tenemos que subir. Le dijo a su amigo, ignorando por completo la presencia del pescador.
-Ho, bien. Dejando caer la herramienta.
-Váyanse de aquí, no tienen nada que estar haciendo en este lugar. Dijo Miguel con voz firme. –Ho, harán que el señor del mar se enfade con nosotros.
-Lárgate tú. Le contestó Bladi, saliendo del agujero. –Déjanos en paz, o te puede ir muy mal.
Bladi recogió el maletín negro del piso, con ayuda de una tarjeta plateada lo abrió y extrajo de su interior un revolver, que al momento de tenerlo en su poder, lo dirigió hacia donde estaba Miguel.
-Piensa muy bien si te quieres meter con nosotros; creo que sería bien inteligente de tu parte, dar la media vuelta y volver a caminar por donde llegaste. Se impuso Bladi, sin titubear un momento.
-Se arrepentirán por lo que están haciendo.
-¡Cierra la boca! Exclamó Joseff. –Vete por las buenas.
El crepúsculo, acompañaba el paso de Miguel, que ahora se marchaba en dirección de su hogar, sabiendo claramente en su interior, que esto no iba a ser bien visto.
Bladi junto a Joseff, subieron nuevamente las escaleras, después de haber vaciado el contenido putrefacto en ambos agujeros, y caminaron por la orilla del barandal, hacia el sector en donde estaba la gente observando. Cuando las personas vieron a estos sujetos acercarse, desalojaron el sector rápidamente, puesto que con estos locos armados, nada bueno podía ocurrir.
-Y… Buscaba las palabras Joseff. -¿Qué aremos con la dinamita?
-Verdad… Apoyando su lanzador de arpones en el barandal. –Casi lo había olvidado.
-Sí, ¿Qué aremos con eso?
-No te preocupes, yo me encargo.
Y así fue… Bladi fue por las cajas de dinamita, volvió a bajar y las ocultó con arena, justo abajo del muro de piedra; luego arrojó la mecha hacia arriba, que la recibió Joseff.
-Afirma bien eso, ya subo.
-Bien…
Antes de volver al punto estratégico, Bladi miró hacia las aguas…
-¿Qué miras? Preguntó desde arriba Joseff.
-Emmm… Mirando a su compañero por sobre su hombro derecho, para luego volver nuevamente su vista al mar.
-¿Qué? Insistió Joseff.
-Nada… Respondió Bladi, dándose la vuelta, para subir por la escala de roca. –Solo observaba.
Nuevamente arriba, se quitó el terno y lo colgó del barandal, lo mismo hizo con la corbata, quedando solamente con su camisa. Ya completamente más cómodo, tomó el lanzador de arpones.
Joseff sacó su celular y miró la hora… 21:15 PM…
-Ya es tarde. Volviendo a guardar el celular. –Carter se atrasó.
-Ni me lo digas, siempre hace lo mismo.
-¿Cuándo será el día en el cual será responsable en la hora?
-Sueña. Dijo Bladi, apoyando el cañón del lanzador de arpones sobre el barandal. –Ese hombre es lo más irresponsable que existe.
-Hmmm…
22:00 PM
Todo estaba cubierto con bruma marina, y gracias a la noche, se distinguía muy poco.
-Joseff, saca el foco.
Tras la orden, Joseff sacó el foco del maletín y lo ató a la baranda, apuntando con aquellas potentes ampolletas hacia las aguas.
-Bueno, algo es algo. Dijo Bladi viendo la potencia de la luz. –Solo espero que Carter traiga más ayuda visual.
-Ojalá.
A su espalda, se estacionó un automóvil negro… Se trataba de un Nissan. La ventanilla del copiloto fue bajada y se asomó un chico joven.
-¡Hey chicos! Exclamó el muchacho.
-Ya era hora. Dijo Bladi, dándose la vuelta.
-¿Demoramos mucho? Preguntó el muchacho.
-Bastante. Respondió Joseff. ¿Dónde está Carter?
-Aquí, ya va a bajar.
El motor del vehículo se paró y bajó Carter. Este hombre de alta edad, vestía una chaqueta de cuero y en sus manos traía una metralla UZI. Su cabello aun se mantenía negro, pero se lograban distinguir los primeros indicios de mechones blancos.
Al momento de estar abajo, Carter rodeó el vehículo por el frente y golpeó el capot, mirando hacia el interior del auto por el vidrio de adelante.
-Ya, ya, bajen rápido.
Se abrieron las puertas de atrás y descendieron dos hombres más. Ambos sujetos vestían ropa de calle; pantalones anchos y una polera, realmente ni comparación con Bladi y Joseff. Finalmente se abrió la puerta del copiloto, bajó un muchacho de no más de veinte años; al igual que los últimos tipos, vestía unos pantalones anchos, una polera negra y un polerón abierto.
-Vamos chicos, a instalar la iluminación. Ordenó Carter mirando a Bladi. -¿Esperaron mucho?
-Ni te imaginas cuanto. Respondió Bladi un poco molesto. –Necesito que seas más responsable, al menos si quieres seguir trabajando conmigo.
-Sí, sí…
Tras la orden de Carter, sus tres acompañantes se dirigieron a la parte de atrás del auto, abrieron la maletera y sacaron varios focos.
-¿Dónde los instalamos señor? Preguntó el muchacho joven.
-Algunos en el barandal y los otros abajo. Les señaló Carter.
-Correcto.
Como luchaban contra el tiempo, los tres hombres se movilizaron rápidamente, instalando cada uno de los focos en puntos estratégicos. Bladi, Joseff y Carter se aproximaron al barandal, y desde aquí observaban como sus socios trabajaban.
-¿Estás seguro de todo esto Bladi? Quizás solo es un estúpido mito y nada más que eso. Preguntó Carter.
-Cuando vean a esa cosa, se van a tragar sus palabras. Respondió ante la pregunta Bladi.
Cuando ya estuvo la iluminación lista, los tres hombres se aproximaron.
-Ya, está todo listo. Dijo el muchacho.
-¿De dónde te conseguiste a este chico? Preguntó Joseff mirando a Carter. –Es solo un niño.
-Haa… Nacho es un mercenario, que a pesar de esa cara de chiquillo cobra muy caro.
-No aparento lo que soy. Agregó Nacho.
-Mira tú… Balbuceó Joseff.
-Y los otros dos, son sus colegas.
-Por supuesto. Él es mi compadre Maury. Palmeándole la espalda al tipo de la gorra. –Y él, mi sosito Carol. Golpeándole el hombro al otro tipo.
-A ya, dale. Dijo Joseff volviéndose hacia el mar.
-Falta mucho aun para que aparezca. Dirigiendo sus palabras hacia donde estaba Joseff.
-Lo sé Bladi, no tienes que recordármelo.
00:00
Cuando la marea estuvo alta, la superficie marina se alborotó; algo así como cuando un enorme objeto viene en movimiento…
Con esto Bladi supo que se aprontaba el gran momento. Apretó su lanzador de arpones y fijó sus ojos en las aguas. Tras esto Joseff se alarmó.
-¿Qué sucede? Preguntó Joseff con un tono temeroso.
-Ya se viene…
-¿De verdad? Preguntó Carter con un tono de alivio. –Eso sí es bueno.
-Manténganse con los ojos bien abiertos. Mirando a Nacho y su grupo.
-Correcto. Asentó Nacho con la cabeza.
De las aguas se holló un gruñido feroz… Algo así como aquellos que se lograban apreciar en películas de monstruos marinos, realmente difícil de creer, pero era así; entre tembloroso, como el de los cocodrilos, y profundo, similar al emitido por los cetáceos ¿cómo podía ser esto?
La visualización permitida por los focos, solo era mínima y cubría casi toda la playa, dejando hasta el último rincón de arena visible, pero las aguas ocultaban al verdadero enemigo…
-¡Armas! Exclamó Bladi.
Los lanzadores de arpones quedaron de frente contra el mar y los seis pares de ojos junto con ellos; ahora con mayor razón debían estar pendientes de cada movimiento, no debían permitir nada extraño, o les costaría la vida.
Nacho y su grupo se armaron con pistolas normales, ya que era mucho mejor que estar sin arma frente a tan imponente peligro. Carter quitó el seguro de su ametralladora y con bastante suavidad llevó el cañón al frente.
Las aguas se alborotaron aun más  y un espiral, similar a una tromba marina; se fue directo hacia la playa… llegó oblicuamente contra el muro de piedra, levantando arena mesclada con aquel liquido salado… El grupo prosiguió a cubrirse. Ya no había visualización del campo, aprovechándose de esto la criatura subió a la arena… Se trataba de una serpiente marina enorme; en estos momento su cráneo provisto de unas aletas a cada lado de la cabeza y dos cuernos, con uno arriba y el otro abajo; rastreaba el sector para lograr encontrar que triturar con aquellos afilados dientes. Sus escamas presentaban un tono celeste bastante claro, que de seguro le servía bastante en las profundidades para camuflarse y así poder atrapar a sus presas con menor dificultad.
-¡Vamos! Exclamó Bladi. -Esa cosa no puede escapar.
Como líder del grupo y para dar el ejemplo, Bladi se puso de pie, dirigiendo el cañón hacia el frente; presionó el gatillo, dejando escapar el arpón…
-Te tengo… Mirando la trayectoria del cordón metálico.
El rojo carmesí afloró… La punta del arpón se fue a clavar en la musculatura rígida de la serpiente marina, sin alcanzarle el conducto del oxigeno, ni siquiera el del alimento. Lo único que logró hacer este golpe, fue hacerla enfurecer… Dejó escapar un rugido de ira, moviéndose de lado a lado.
-Necesito ayuda. Apretando con fuerzas el seguro que mantenía fijado el cordón metálico al lanzador. –Se irá, disparen.
-¡Fuego, fuego, fuego! Gritaba Nacho disparando.
Los dos socios de Nacho lo acompañaban, las tres pistolas rugían en la penumbra. Aunque las balas no parecían dañar aquella piel escamosa y resbaladiza, pero al menos la confundían, permitiendo de esa forma tener más tiempo para atacar y atraparla.
Las ráfagas veloces iniciaron… De la ametralladora de Carter se escapó aquella oleada destructora, que comenzó a dejar mayor daño en la cubierta mojada de la criatura.
Ya la tenían en sus manos, pero ocurrió algo que ninguno se lo esperaba… Del hocico provisto de filosos dientes carniceros como cuchillas, se escapó un nuevo espiral de agua… Este ataque avanzó veloz hacia el muro de piedra, colisionando contra este. El golpe fue brutal, y ocasionó que la dinamita ubicada en la parte más baja, hiciera explosión… Hundiendo de esta forma la piedra cuidadosamente trabajada.
-¡Atrás! Indicó Bladi, para que lograsen escapar antes de que cayeran a la arena.
Retrocedieron lo más rápido que pudieron, y vieron como el barandal de protección, caía entre los escombros junto a Maury…
-¡Maury! Exclamó Nacho al ver como su compañero caía a la arena, en donde estaba aquella bestia. –Tenemos que ayudarlo. Mirando a Bladi.
-¿Estás loco? No podemos hacer eso.
-Pero va a morir. Discutió Nacho.
-Es verdad. Apoyó Joseff.
-Es una criatura realmente peligrosa, no es un tonto juego.
-Pero… Cargó el arma Nacho. –Tendremos que hacerlo nosotros. Mirando a Carol.
-Cuando quiera. Respondió Carol.
-¿Están locos? Preguntó con voz temerosa Joseff.
-Déjalos. Dijo Bladi apoyando su mano derecha en el hombro de Joseff. –Es su decisión. Mirando a los ojos a Nacho.
Guardando silencio, Nacho junto a Carol se aproximaron veloces al punto en donde se había ocasionado la explosión. Maury se estaba arrastrando por la arena, entre voraces llamas, usando la seguridad de los escombros de roca para no ser incinerado.
-Idiotas. Dijo entre dientes Bladi.
-Tenemos que ayudarlos. Dijo Carter mientras cambiaba el cargador de su ametralladora. –Nos puede servir para acabar con la criatura. Cerrando el cargador.
-Tienes razón. Acompañó la idea Bladi. –Vamos Joseff, tienes que lanzarle tu arpón.
-OK. Respondió Joseff no muy convencido.
En la arena flameante, aun se retorcía la criatura dando alaridos. De pronto se percató de la presencia de Maury y se dispuso a devorarlo.
Nacho logró darse cuenta de que el animal iba por su compañero, puesto que se arrastraba veloz hasta donde él. Con esto a ambos le quedaba claro que tendrían que sacarlo lo antes posible de allí, y lo peor de todo era que no sabían cómo.
-¡Jefe! Exclamó Maury desde abajo.
Desde el borde humeante, Nacho junto a Carol abrieron fuego contra la bestia, pero esto no la detuvo y…
-¡No! Gritó Nacho.
-¡Maury! Lo acompañó Carol.
Fue aplastado por las monstruosas fauces de la criatura… escapando por entre sus carniceros dientes, la sangre de su desafortunada victima…
Hasta el costado izquierdo de los dos atónitos hombres, llegó Carter, que presionó el gatillo, soltando de esta forma la carga completa sobre su enemigo.
-Ahora Joseff… Dispara el arpón…
Joseff presionó el gatillo y el arpón salió disparado… La punta de este proyectil se fue a clavar en el globo ocular de la inmensa criatura… Le segó el ojo izquierdo, y fue el primer daño considerable, ya que al entrar por la cuenca ocular, se abrió paso varios centímetros hacia su interior. Esto desesperó al animal, que sacó todo su cuerpo de la seguridad de las aguas… Era realmente una inmensa serpiente marina, puesto que su larga extensión ocupaba gran parte de la playa, aplastando con su musculatura las naves independientes atadas a la orilla, para que la marea no se las llevase.
-¡Atrás! Ordenó Bladi, mientras veía como la criatura se retorcía.
El seguro del lanzador de Joseff se activó… El cable metálico estaba tenso.
-¡Afírmalo bien! Dijo Bladi, mirando a Joseff que se esforzaba por tener el lanzador firme.
La ferocidad de la criatura fue mayor… Jaló el cable metálico, retrocediendo su cabeza; y con esto arrastró a Joseff hacia ella… El hombre calló a la arena cubierta por escombros flameantes.
Esto si alertó a Bladi, puesto que podía perder a cualquier hombre, pero a Joseff no. Sacó el revólver que traía y se aproximó al lugar en donde había ocurrido la explosión; aquí se quedó hombro con hombro, con Nacho que aun no lograba asimilar la muerte de su socio.
-Ahora bienes… Dijo Nacho sin poder levantar su rostro. –Es inútil… Y tu compañero correrá con la misma suerte.
¡Banc!... El revólver de Bladi se disparó contra Nacho… El cuerpo del joven calló hacia las llamas…
-No volverás a decir una sola palabra… Llevando el cañón humeante hacia atrás…
-No… ¡No!... ¡Jefe!... Carol llevó el arma al frente para vengar la muerte de su mayor, pero… ¡Banc!... Y su cuerpo calló hacia el mismo lugar que los otros integrantes…
-¡Estás loco! Carter enfureció. -¡Bladi!
-¿Qué?... Respondió completamente disminuido Bladi.
-¿Cómo pudiste? Continuó atacando Carter.
Antes de que Carter presionara el gatillo de la USY, para acabar con la vida de Bladi; la criatura se adelantó, atrapando el cuerpo del hombre con sus fauces… Sus dientes se cerraron y el cuerpo de Bladi se cortó en dos… Quedando las piernas sobre la piedra.
-¡No!... El gatillo de la ametralladora fue presionado, y no lo soltó hasta que la carga completa se disparó… Sin lograr nada…
-¿Cómo puede ser? Cambiando la recarga. -¡Muere!...
Antes de que permitiese escapar una segunda ráfaga, la serpiente espiral lo engulló entero… Sin dejar un solo trozo fuera, ni siquiera una sola gota de sangre; nada de él quedó.
Joseff, el único sobreviviente; tampoco logró escapar al desafortunado final. Cuando la bestia giró su cuerpo, lo aplastó… Moliendo hasta el último hueso del hombre… Marcando así el final de cada uno de los cazadores involucrados.
07:00 AM
Con los rallos del disco de fuego tocando la superficie terrestre, se mostraba el caos dejado durante la noche. Cada uno de los votes atados a la orilla, ahora solo eran trozos inservibles de madera, esparcidos por la extensión de la playa.
Miguel, el pescador que presenció el atrevimiento contra el espíritu marino, veía los resultados de tal acto de violación, y le quedaba más claro que con el mar no se debía jugar…

Corazón

Aquí les dejo un texto que escribí como prueba el año 2007.
El borrador fue echo en 3 laminas de cartón, escrito en braille, el cual tome este año (2013) y lo transforme, alargándolo un poco mas.


Corazón

Son las ocho de la mañana, y voy caminando hacia mi trabajo, pero de pronto apareció ella, como una flor radiante. Yo no supe que hacer, y me quedé petrificado con su belleza. Cuando pasó casi rosando mi hombro con sus cabellos, logré sentir su dulce aroma, y además, una fuerte conexión con su persona. Me giré rápidamente y le pregunté su nombre. Al escuchar mi pregunta, se detuvo y exhibiendo una resplandeciente sonrisa, me respondió:
-Mi nombre es Allison. Seguido de esto me regresó la pregunta: -¿Y tú, cómo te llamas?
La seductora voz de ella me hizo temblar, como si un viendo gélido golpeara mi espalda, y con mucha torpeza respondí:
-A… A, Alejandro, mi nombre es Alejandro.
Quitó su calidez de mis ojos, y con mucha suavidad y ternura, aferró mis manos, para luego pasar a decir:
-Tienes un muy lindo nombre, Alejandro.
Ya no aguantaba más, algo quemaba mi pecho, y sentía un millón de mariposas revoloteando descontroladas en mi estomago. Lo peor de todo, era que mi respiración se acortaba.
Ella se acercó susurrando:
-Tranquilo…
Y tras esto, le dije:
-Estoy tranquilo.
Dejando mi piel ardiendo, me soltó y dio un paso atrás, sonrió y me dijo finalmente:
-Nos veremos en otra oportunidad, adiós.
Con la despedida de ella, no pude ir a mi trabajo, y solo logré encaminar mis pasos raudos devuelta a mi hogar.
Una vez en la comodidad de mi cuarto, dediqué mi tiempo a pensar en el encuentro con esta mujer, sin lograr recordar por un solo instante de donde la conocía, o al menos, en donde la había visto, aunque fuese por un segundo. Tanto pensar y pensar, que mi mente colapsó, y en estado crítico, me derrumbé sobre la alfombra, completamente rendido…
Calló el crepúsculo, y no lograba comprender aun que me había pasado hoy, aun tenía su imagen grabada en mi mente. Su baja estatura, su cabello azabache, que reposaba por delante entre un par de grandes y redondos pechos, y que aprovechaba de enmarcar un rostro de muy linda apariencia, con ojos grandes y labios delgados; y terminando siempre, con su blanca y suave piel como seda. Toda su figura me tenía cautivado ¿sería amor a primera vista? Y si no lo era, no me importaba saberlo; solo tenía algo claro, y eso era que no lograba reaccionar con sensatez, descolocándome por completo con su presencia.
Sin querer seguir pensando en mil y una cosas, saqué una caja de pastillas para dormir de mi velador, y con un trago de agua, me tomé dos, precipitándome de golpe al mundo de los sueños.
Cerca de las ocho de la mañana, salí corriendo de mi casa, para así intentar cruzarme nuevamente con aquella figura angelical, y para mi desgracia, no la encontré, por ningún lado. Como sabía que se trataba de un suceso bastante extraño, decidí que esto debía contárselo a mi amigo Alan; por lo tanto, después de terminar mi turno en la empresa, tomé un taxi y me bajé a dos cuadras de su casa. Caminé hasta encontrar la numeración, pero antes de siquiera pensar en tocar el timbre, él abrió… Me saludó con tono afligido y me invitó a pasar. Al estar dentro me senté junto a él, y me dijo:
-Antes de que tú supieras, ya tenía claro que vendrías a esta hora.
Esto me dejó completamente perplejo, no lo podía creer, y antes de lograr decir cualquier cosa, él continuó preguntando:
-¿Estuviste con Allison?
Supe que esta pregunta no era normal, y al instante de clavar mis ojos en sus pupilas, estas se nublaron, y me pasó a decir:
-Ella murió hace tres días, pero antes de morir en sus labios afloró tu nombre.
Sin seguir escuchando nada más, salí corriendo a la calle, y mientras corría por la acera, recordé su figura, concluyendo finalmente que la mujer que vi ayer, ya la conocía.

Como termina una visita familiar


Como termina una visita familiar

Allí estaba mi abuelo, con su característica cabellera y barba blanca, su piel arrugada y sus manos huesudas; junto a él mi tío Moni, completamente caucásico, de ojos pardos y cabello castaño, sin mencionar su piel pálida. Del otro lado de la mesa, estaba Claudia, la esposa de mi tío, con su larga cabellera rubia y sus ojos azules; una parejita que no parece de la familia, ya que todos los demás somos trigueños. Junto a Claudia, mi abuela, con su cabello blanco y sus ojos negros, que se veían bastante raros, con los lentes poto botella. En el sofá, estaban mis dos primos adolecentes, pequeñitos morenos gemelos, capases de volver loco a cualquiera. Y para terminar con nuestra presentación, yo, que permanezco sentado en una silla de mimbre, ubicada junto a la ventana; producto a esto, la brisa de la tarde agitaba mis cabellos ondulados, mientras mis ojos negros paseaban por la vereda, atentos a cualquier movimiento.
-Y así dijeron que llovería a cántaros. Decía mi abuelo colocándose de pie.
-Viejo, es mejor que no llueva. Dijo Moni empujando el plato sucio hacia el centro de la mesa.
-Está rica la tarde. Aporté desde mi lugar. –Pero igual nos vendría bien un poco de agua; aunque eso significaría llegar empapado al trabajo.
-¿Y que con eso? Si a ti te gusta mojarte como diuca. Me dijo el abuelo aproximándose a la ventana donde yo estaba.
Mientras nuestro tema de plática era la posible lluvia, mis primitos se pusieron a pelear en el sofá. Yimi y Joni, estos jóvenes revoltosos solo eran un dolor extra de cabeza.
-¡Yimi!... ¡Joni! Los regañó la tía Claudia desde su lugar.
-Estos dos zafarranchos. Se rió en silencio la abuela.
Claudia se caracterizaba por tener un carácter irritable y por lo mismo, perdía la cabeza con mucha facilidad.
Muy diferente eran los abuelos, que con sus años avanzados se tomaban todo bastante liviano, o sea en pocas palabras, ellos preferían que el mundo se acabara a formarse problemas y calentarse la cabeza en vano.
Cuando una muchacha de linda figura pasó por fuera, los ojos de Moni y los del abuelo se desviaron de inmediatamente hacia ella, al igual que los míos. Producto a esto, Claudia ardió y le clavó una mirada rabiosa a su esposo, que al sentir el peso sobre su presencia solo optó por retractarse y dejar caer sus parpados sobre el campo visual.
-La tremenda mina. Dije con tono baboso.
-Hombres. Refunfuñó entre dientes Claudia.
-Hay hijita, si los ojos están para mirar; como yo no me complico cuando el viejo le mira el queque a las jovencitas. Decía la abuela bastante compresiva.
-A mi me molesta mucho que le observe el poto a las tontas. Seguía con su molestia Claudia.
Miré por sobre el mal rato a mi tío y le vi su cara de perro regañado. El tío Moni se destacaba por ser un fresco, o bien, como se podría decir en los barrios picantes, es un caliente y eso siempre le ha jugado una mala pasada con mi tía, que al ser tan rabiosa pasan en conflictos, en los cuales los desencadenantes son los celos provocados por el picaflor.
Bueno, continuando con esto: Seguí mirando aquel trasero redondito, digno de ser observado y de tener en fotografías. Gracias a que no estoy comprometido aun, no le debo explicaciones a nadie, por lo tanto mi tío Moni me tiene envidia.
-¿Vamos a tomar helado? Preguntó la golosa de la abuela.
-Que loca costumbre, tomar helado en invierno. Dijo Claudia continuando con su mala onda.
-Es rico. Aporté con una sonrisa desde la ventana. –Deberías dejar de ser tan amargada y disfrutar un poco más esta vida, que es tan cortita.
-¡Tienes algún problema conmigo! Exclamó Claudia retirando la silla hacia atrás.
-Claro que no.
-¡Entonces! Continuó la pobrecita mujer dolida.
-Claudia, amor. Dijo mi tío desde el otro lado.
-¡Es tu hermano Moni! Siguió insistentemente ella.
Mis abuelos que no se calientan la cabeza con nadie, simplemente se pusieron de pie y se fueron a dar una vuelta a la plaza, puesto que solo estaba a dos míseras cuadras.
-¡Arruinaste todo! Me gritó la loca de mi cuñada.
-Parece. Le respondí girándome para despedirme de los abuelos que ya cruzaban por fuera.
Entonces la abuela me regaló una preciosa sonrisa con aquella placa tan cara, que mi abuelo tuvo que sacar a doce cuotas (realmente cara) Esto solo significaba una sola cosa, ni a la abuela ni al abuelo le acomodaba la presencia de Claudia, por lo mismo estaban muy contentos, pero para mi gran desgracia el cacho me quedaba a mí.
-¡Yimi, Joni, tomen sus cosas! Seguía gritando como loca mi cuñada. -¡Tú igual Moni!
-¿Se van tan pronto? Pregunté irónicamente.
-Sí. Me respondió clavándome una mirada de rabia. -¡Y no vamos a venir nunca más!
-Pucha, que lata. Continué con mi irónica actuación. –Pero si ustedes saben que las puertas de esta casa están siempre abiertas.
Luego de eso, salió mi hermano, sus gemelos y la antipática de mi cuñada, dando un fuerte portazo.
-Vuelvan pronto. Terminé tan fantástica actuación.
Y para terminar esto con un final feliz, les cuento que los abuelos me premiaron con una torta de chocolate en la merienda. En realidad, no sé porque no le dijeron mejor que se fuesen, así esos revoltosos no hubiesen alterado el ambiente, pero bueno, total con esto dudo que se vean pronto por aquí.